Conformación
de Egipto
Egipto consta de dos grandes unidades
geográficas el bajo Egipto, en el delta (representa cerca de 2/3 del total de
tierra arable) del rio cercano a su desembocadura en el mar mediterráneo, y el
alto Egipto situado en el valle, más al
sur.
Organización
política de Egipto
La organización política de la cultura egipcia
(antiguo Egipto) primaba el poder del Faraón o soberano absoluto de Egipto:
-EL FARAÓN
EL GOBIERNO: El sistema de gobierno
egipcio se caracterizo por ser: Monárquico, Absolutista y Teocrático
A) Monárquico: Por cuanto el poder
estaba en manos de un rey. El término monarquía proviene del griego mónos:
‘uno’, y arjéin: ‘gobierno’, traducible por gobierno de uno solo. A ese único
gobernante se le denomina monarca o rey, en el antiguo Egipto se le conocía
como Faraón.
El estado regido por un monarca también
recibe el nombre de monarquía o reino
b) Absolutista : Porque el faraón reunía
en si todos los poderes del reino o estado .El absolutismo es una forma de
gobierno en la cual el poder reside en una única persona, a quien deben
obedecer todas las demás, sin rendir cuentas a nadie.
c) Teocrático : Debido a que el faraón
se creía hijo o escogido de Dios , de esa manera justificaba su absolutismo no
dando cuentas a nadie sino solo a Dios ,ya que se consideraba una divinidad.
Este tipo de gobierno respondía a las
ideas o intereses de los hombres que componen el poder institucional religioso
Cultura
del Antiguo Egipto
La cultura del Antiguo Egipto se
conforma a partir de la forma de vida, costumbres y tradiciones existentes en
la sociedad egipcia de la Antigüedad. Se inició en el Neolítico y evoluciono a
lo largo de 3.000 años, hasta la época romana, cuando prácticamente desapareció
al adoptar la del Imperio romano, y sobre todo las costumbres cristianas.
La historia del Antiguo Egipto como
estado unificado comienza en el Neolítico, hacia el año 3150 a. C., y se divide
en tres imperios con periodos intermedios de dominación por parte de
gobernantes extranjeros y conflictos internos:
·
El
Imperio Antiguo (2700-2200 a. C.) se caracterizó por el florecimiento de las
artes y la construcción de inmensas pirámides. Durante el Imperio Medio
(2050-1800 a. C.), tras una etapa de descentralización, Egipto conoció un período
de esplendor en su economía.
·
En
el Imperio Nuevo (1567-1085 a. C.), la monarquía egipcia alcanzó su edad dorada
y conquistó a los pueblos vecinos y expandió sus dominios bajo la dirección de
los faraones de la dinastía XVIII.
·
La
decadencia del imperio faraónico comenzó hacia 1075 a. C., a raíz de diversas
incursiones de ejércitos de otros pueblos. A pesar de esto, la cultura egipcia
mantuvo sus características fundamentales hasta la dominación romana, e influyó
en todo el Mediterráneo occidental.
Los últimos sacerdotes de Isis, en la
isla de File, mantuvieron su culto hasta que fue prohibido por Justiniano I, en
535 d. C., y el idioma se conservó, con la lógica evolución a través de los
años, y evolucionó en el idioma copto que utiliza la Iglesia Copta como lengua
litúrgica.
Religión
Los egipcios eran un pueblo sumamente
religioso, y aunque su religión era idolatría, era sin embargo una idolatría
mucho más moderada y moral que la practicada por los cultivados griegos y
romanos. Era una religión más antigua que la de estos últimos, y por ello
estaba más cerca de la primordial revelación de Dios (Ro. 1:21). En teoría
hablaban de un solo dios: «el único viviente en sustancia», y «la única
sustancia eterna», y aunque hablan de dos, «padre e hijo», como algunos
interpretan, con todo ello no destruían la unidad de su dios, «el uno en uno».
A partir de ello trataban sus atributos como dioses separados; también tenían
otros dioses adicionales, desde el gato al cocodrilo, que eran considerados
como símbolos de sus dioses. El toro Apis representaba al dios Osiris; el toro
era seleccionado con gran cuidado, y era guardado rigurosamente. Se supone que
fue el recuerdo de este Apis lo que hizo que los israelitas eligieran la forma
de un becerro para su ídolo de oro; en Ez. 20:6-8 vemos que Israel había caído
en la idolatría en Egipto.
Los egipcios creían en un estado futuro.
En una ilustración vemos como el corazón de un difunto está siendo pesado
frente a una figura de la diosa de la verdad. Dos dioses estaban a cargo de la
operación de pesado. A la derecha tenemos al difunto con las manos levantadas,
introducido por dos diosas. El dios con cabeza de ibis tiene una tableta en la
mano, y está registrando el resultado. A su lado está el dios Tifon, como
acusador, exigiendo el castigo del muerto. Osiris es el juez presidente, con el
cayado y el látigo. Si el juicio era favorable el alma pasaba a otras escenas;
si no, pasaba a algún animal inferior. La concepción que tenían del más allá
estaba muy desarrollada, y hacían grandes esfuerzos para asegurar a los
difuntos las ventajas de la vida futura.
Osiris, dios del Nilo, era considerado
como el dios de la fecundidad; era también el dios de las profundidades
infernales, en virtud de lo cual era el juez de las almas. Ra, el dios solar,
era adorado en Heliópolis (On).
Amón, dios de Tebas, participó en la
exaltación de esta ciudad, de la que vino a ser su divinidad principal;
finalmente quedó identificado con Ra, viniendo a ser Amón-Ra.
En Hermópolis era adorada la luna, la
divinidad medidora del tiempo, protectora de los matemáticos, de los escribas,
de los sabios.
Ptah, dios de Memfis, era el «gran
patrón de los artesanos».
Había dioses con cuerpos humanos y
cabezas de animales, como los que vemos en la ilustración. Anubis, el guía de
los muertos, tenía una cabeza de chacal; Tot, el dios escriba, una cabeza de
ibis.
El desarrollo del imperio suscitó a la
larga la idea de un dios nacional, que halló su expresión bajo Akenatón.
Durante un breve período, se trató de mantener la diferencia entre Atón y el
disco solar y a imponer una especie de monoteísmo solar, pero esta moda fue de
corta duración. A pesar de todas las deformaciones animistas, junto a su culto
a las fuerzas de la naturaleza, tenían ideas muy limpias acerca de la conducta
de la vida, el pecado, la justificación, la inmortalidad, e incluso, como ya se
ha indicado, un cierto conocimiento de Dios.
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